Corrida cambiaria, suba de precios y notas de débito por diferencias en la cotización del dólar. De qué manera reaccionó la cadena comercial a una de las mayores devaluaciones vividas por la moneda nacional en las últimas décadas.

 

Luego de la corrida cambiaria que el pasado jueves 30 de agosto llevara al dólar a los $42 en las casas de cambio, se modificó por completo no sólo la estructura de costos de los productos veterinarios que se elaboran en el país (y los que se importan), sino que generó un cimbronazo de último momento en las listas de precios que ya iban a trasladarse con aumentos al resto de la cadena.
A esta lógica incertidumbre que paralizó al sector por horas, se sumó luego el fallido viaje del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en busca de un nuevo rescate del FMI en los Estados Unidos y el anuncio de otro recorte en el Estado, suprimiendo ministerios y degradando, por ejemplo, a la cartera de Agroindustria al rango de Secretaría, dependiente del ahora “superministro” Dante Sica, de quien dependen las áreas de Producción y Trabajo.
Como si fuera poco, también por esos días se anunció la continuidad de las retenciones a la soja (aunque reducidas a lo que hubiera sido el valor de fin de 2019) y el cobro de $4 por cada dólar exportado por la industria primaria, y de $3 por cada unidad de la moneda norteamericana para el caso del resto de los productos y servicios que desde nuestro país se comercialicen en el exterior.

¿Cómo reaccionaron los laboratorios?
Si bien desde los grandes medios de comunicación se podrá especular con un beneficio para los exportadores de productos veterinario en base al tipo de cambio, vale decir que inclusive esas mismas empresas han sido impactadas con incrementos de hasta el 50% en su matriz productiva.
“Hoy el costo de ciertos producto está cercano a lo que era el precio de venta hace no más de una semana”, explicaban algunos a modo de graficar el rol preponderante de las materias primas dolarizadas en el costo de los medicamentos, a los cuales se suma una situación similar en el caso de envases, etiquetas, estuches y excipientes.
Vale decir aquí que el impacto para las empresas no tiene que ver solamente con la reposición de estos insumos, sino también con el pago de notas de débito por diferencias del tipo de cambio por operaciones ya realizadas y que deben ser canceladas al valor vigente de la divisa norteamericana.
Otro dato preocupante para la industria nacional tiene que ver con el brutal incremento de las tasas de interés en las últimas semanas, así como también la reducción del cupo disponible para créditos, la suspensión de prácticamente todas las líneas de financiación productiva y el pago del nuevo “impuesto a la exportación” por ventanilla e incluso frente a operaciones cerradas con un dólar de $32 (situación que con el paso de los días se fue clarificando y ordenando).
“Los laboratorios compraron materia prima en dólares, envases en dólares, cartón para los estuches en dólares y excipientes en dólares para luego venderlos como producto terminado con un sinfín de bonificaciones y cobrarlos 90 días después, en pesos”, ilustraba otro referente de la industria con el objetivo de dejar en claro la importancia de accionar sobre la cadena comercial y evitar así los inconvenientes que ya vivió el sector allá por 2001 cuando fue de los pocos que tomó la decisión de no trasladar la devaluación al mercado.

¿Qué pasó con los precios?
“Teníamos todas las listas impresas el jueves ya con aumentos por encima de los que habíamos planteado en julio y tuvimos que tirarlas y reimprimirlas con los nuevos valores el viernes a la tarde”. Como éste, se podrían citar otros tantos ejemplos similares que describen a la perfección los pormenores de un cierre inédito en material comercial para el sector.
En definitiva y como suele ocurrir en el rubro, las reacciones a esta realidad fueron diversas. Más allá de esto y a nivel general, las empresas multinacionales y nacionales (medianas y grandes) tomaron la decisión de incrementar sus listas de precios, de agosto a septiembre, entre un 15 y un 30%.
En ese marco, esta situación también generó que, por primera vez, muchas empresas no dejaran reponer a su canal distribuidor / comercial mercadería al precio “viejo”, sino que los incrementos se hicieron verdaderamente efectivos, inclusive proponiendo recortes en bonificaciones y descuentos de mercadería.
Frente a esto, otra de las medidas tomada por el sector de laboratorios tuvo que ver con bloquear “momentáneamente” las operaciones con aquellos clientes que tuvieron más de 60 días de demora en los pagos.
¿Por qué? Una factura impaga de mayo con un dólar de $25 se devaluó bruscamente, licuando el posible margen del producto.
“Si ya con los aumentos de más del 1.000% que tuvimos en los servicios de luz, agua, gas y teléfono íbamos a tener que aumentar, imagínate ahora”, compartía también otro directivo del sector. Sin embargo, este no es el pensamiento del 100% del mercado.
Mientras esto ocurría, los gerentes de otro grupo de empresas se mantenían expectantes en cuanto al desarrollo de estos temas para luego decidir si efectivamente iban o no poder trasladar “algo” de la devolución a un canal distribuidor del cual, en muchos casos, la dependencia comercial es total.
Queda planteada también la incógnita para el caso de aquellos laboratorios que ofrecen el servicio de elaboración para terceros y que ven como sus costos se disparan a la vez que sus clientes -increíblemente- se niegan a aceptar un ajuste en los valores, aduciendo que “lo pueden hacer más barato en otro lado”.

¿Y cómo va a reaccionar el mercado?
Los representantes de la cadena de distribución de productos veterinarios destinados tanto al rubro de grandes, como de pequeños animales también opinan.
Casi al unísono, los distribuidores le explicaron que -en base a una metodología de trabajo basada en el costo por reposición de los insumos- su margen de acción en momentos como estos es limitado.
A modo de resumen, podríamos decir que nuestros entrevistados avizoran más aumentos en las listas de precios con valores en el orden del 40% de agosto a diciembre, totalizando subas de hasta el 70% en lo que va del año.
“Si bien puede ser que en los primeros meses el mercado no se resienta por la expectativa de que los productos sigan aumentando, esperamos una caída en la venta de unidades del 10% en el caso del sector de producción animal y de más del 15% en el rubro de las mascotas”, explicaban.
“Nunca habíamos vivido algo así. Es una locura, con algunas empresas inclusive suspendiendo la facturación en los últimos días de agosto y no atendiendo el teléfono”, refunfuñaban desde el interior del país, resaltando un concepto repetido por otros referentes ubicados también en la provincia de Buenos Aires.
“En algunos casos percibimos una mirada disociada de todos los intereses de la cadena de valor”, insistían desde la distribución no específicamente por los aumentos de precios, sino más bien por la decisión de no dejar reponer la mercadería a valores “al menos intermedios” respecto de los de agosto. “Entendemos la reacción, pero de alguna manera le están dando la espalda a sus socios estratégicos”, completaron.
Más allá de esto, los referentes consultados compartieron su visión sobre otros temas. Por ejemplo, esperan que el traspaso entre marcas (precios) se produzca con mayor impacto en el rubro de alimentos balanceados para las mascotas, situación que no tienen tan clara en el rubro de los biológicos y los fármacos veterinarios. Más allá de esto, sin dudas las empresas nacionales podrán adaptar sus maniobras con mucha más flexibilidad que laboratorios multinacionales con objetivos de ventas fijados a principios de año, en dólares.
“Podemos hablar todo lo que queramos, pero la verdadera incógnita tiene que ver con cómo responderá el mercado”, planteaba otro de los consultados por este medio, haciendo alusión a que si bien en la parte de proteínas animales la situación puede llegar a ser acompañada por mejores precios en la hacienda (que en algunos lugares tocó el techo de los $55 por kilo de ternero hace algunas semanas). “En la parte de pequeños animales, la recesión se va a notar no por el aumento en los productos veterinarios, sino en el resto de las cosas”.
Con este panorama resulta casi imposible hasta establecer ganadores y perdedores luego de un fin de mes atípico en el mercado veterinario.
Dependerá de la sinceridad, buena voluntad y posibilidades concretas de los referentes del sector que el contexto nacional sirva para acomodar las variables del negocio local o que se desate una nueva guerra de precios y plazos en la cual, sin dudas, esta vez, no todos saldrán bien parados.

01/09/2018

Fuente: MOTIVAR