Como primer medida, “para determinar que se está frente a casos de parvovirosis porcina debe realizarse un diagnóstico serológico”, señalaron desde el INTA. Enterate qué más hacer.
“La parvovirosis porcina es una enfermedad viral que ocasiona problemas reproductivos o infertilidad en cerdas. Siendo la causa más frecuente de infertilidad en cerdas primerizas y una de las principales de muerte embrionaria y fetal, en lo general transcurre sin signos clínicos en las cerdas”, indica la publicación del INTA Cuenca de Saldado.
Dado que tiene una alta incidencia y es capaz de causar pérdidas económicas en la producción porcina, técnicos de la Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA intervienen en el estudio de casos que se registran en la zona generando registros y difundiendo información entre los productores.
El diagnóstico de parvovirus comienza con la repetición de celos, presencia de lechones momificados, camadas con lechones momificados y camadas pequeñas especialmente en cerdas primerizas por lo que, según comentan los especialistas en sanidad animal del INTA, “para determinar que se está frente a casos de parvovirosis porcina debe realizarse un diagnóstico serológico basado en la detección en suero de anticuerpos inhibidores de hemoaglutinación”. “La técnica de ELISA es de elección debido a su alta sensibilidad y especificidad, en lo que respecta a la serología, también son utilizados los test de fluorescencia de anticuerpos o PCR en lechones momificados para confirmar la infección”.
El diagnóstico de parvovirus comienza con la ausencia de signos clínicos en cerdas con la presencia de lechones momificados de varios tamaños y camadas pequeñas especialmente en cerdas primerizas.
En cuanto a algunas características del virus de parvovirosis porcina “es resistente a desinfectantes comunes y enzimas, resiste variaciones en pH, y calor, puede permanecer por largos períodos en secreciones y excreciones, pudiendo persistir fuera del cerdo durante muchos meses”, sin embargo “es inactivado por hipoclorito sódico o hidróxido de sodio”.
La infección se produce por lo general por vía oro-nasal y, en algunas circunstancias, por vía venérea. “Es un virus que está presente en casi la totalidad de las granjas porcinas en el mundo y dependiendo del momento de la gestación que se infectan las cerdas se presenta de diferentes maneras”.
Durante los primeros 15 días de gestación ocasiona muerte y reabsorción del embrión, siendo la única manifestación clínica observada en las cerdas el retorno al celo. Durante los 30 a los 70 días de gestación da como resultado la muerte y momificación del feto, con camadas con menor cantidad de lechones. Los fetos infectados de más de 70 días de edad, aunque son susceptibles a la infección, tienen capacidad para una respuesta inmunológica, por lo que están protegidos de los trastornos inducidos por el virus, detallaron los especialistas del INTA Cuenca del Salado.
POR EL CAMPO
El registro de la información y su procesamiento generan estadísticas que les permiten a los técnicos del INTA Cuenca del Salado trabajar sobre los problemas sanitarios que afectan al sector porcino de la región. Con recorridas periódicas a los establecimientos porcinos y las consultas de parte de los productores se detectan casos de enfermedades que permiten arbitrar medidas para su prevención y el control.
A partir del pedido de asistencia desde un establecimiento ganadero cercano a la estación de Rosas, en el partido bonaerense de Las Flores, técnicos del INTA junto al profesional asesor del grupo Cambio Rural, intervinieron para estudiar casos de infertilidad en cerdas, en un sistema de producción porcina a campo. El sistema contaba con 10 cerdas híbridas (Landrance x Yorkshire) y 2 padrillos terminadores. Con las prácticas de anamnesis, el recorrido por el criadero, la exploración clínica y el sangrado de los reproductores afectados se analizó el cuadro de situación.
Según comentan los técnicos del INTA “los animales eran alimentados con un balanceado, a base de maíz, expeler de soja y núcleo, más pastoreo sobre campo natural y un rastrojo de maíz”. Como maniobras sanitarias, se realizaba vacunación a reproductores contra parvovirus y leptospira, además de desparasitación.
“El productor encontró repetición de celos, camadas con pocos lechones y de bajo peso al nacer”. Como parte del diagnóstico “se tomó sangre entera para el estudio serológico de brucelosis, leptospirosis y parvovirosis, tres de las cuatro principales causas de problemas reproductivos en la zona”. En un laboratorio local se analizó mediante técnica de ELISA las muestras para parvovirsis, mientras que las muestras para leptospirosis fueron analizadas mediante pruebas de aglutinación (MAT) y las de brucelosis por técnicas de antígeno buferado en placa (BPA), 2ME, SAR y una prueba confirmatoria llamada “Técnica de Polarización Fluorescente” (FPA).
Los resultados permitieron determinar que “los animales fueron seronegativos a brucelosis” y si bien se registraron algunos positivos a leptospira, con valores 1/100 a Pomona y Tarasovi”, los técnicos consideraron que “fue a causa de anticuerpos vacunales”, es decir los valores en respuesta a la vacuna de leptospira. Los resultados para parvovirus, arrojaron 10 animales positivos sobre 11 totales.
Durante la anamnesis los técnicos del INTA observaron que “en las camadas, en comparación con camadas anteriores, los números de lechones nacidos eran bajos”, al tiempo que “a los lechones neonatos se los observaba débiles al nacimiento y un alto porcentaje morían”. En la recorrida al establecimiento no se observaron otras causas por las cuales se hayan podido producir los abortos o problemas reproductivos, salvo lo que pueda atribuirse al estado corporal de los animales.
Con los datos recogidos, sumado a la confirmación del laboratorio, los profesionales del INTA concluyeron que “los abortos fueron provocados por brotes agudos de parvovirus porcino”. Un conjunto de factores como “la incorporación de animales nuevos al establecimiento sin realizar las correspondientes maniobras sanitarias en la cuarentena, el no sangrado y la no vacunación de los nuevos reproductores, las dificultades para una adecuada desinfección del criadero y de suma importancia, la mala utilización de la vacuna, al realizar una vacunación con una sola dosis en cerdas primo vacunadas contra PVP, siendo una vacuna de doble aplicación, fueron los causantes de los problemas reproductivos”. Asimismo “las condiciones climáticas de humedad fueron propicias para que el virus sobreviva por largo tiempo”.
PAUTAS DE MANEJO PREVENTIVO
Como acciones de prevención los técnicos del INTA señalan que “es importante en todo sistema de producción porcina cumplir con normas adecuadas de manejo, nutrición, genética y medidas sanitarias”. El aspecto sanitario “demanda un aproximado de 6 % de los costos totales del sistema”, solo en maniobras preventivas, dado que las maniobras de tratamiento siempre son más costosas”.
La puesta en marcha de un correcto plan sanitario resulta fundamental en este tipo de criaderos y “su correcta higiene una acción complementaria que ayuda a que en las piaras se observen bajos porcentajes de animales abortados”.
Como medidas preventivas para enfermedades reproductivas los profesionales del INTA sugieren “asegurar que las vacunaciones contra parvo-lepto se realicen adecuadamente, controlando que las cerdas primo vacunadas reciban las dos dosis completas, 40 y 21 días previo al servicio, y que las cerdas que ya fueron vacunadas repitan la dosis 21 días previo al servicio”, no dejando de vacunar a los padrillos anualmente”.
El sangrado anual de los animales del establecimiento para diagnóstico de brucelosis y aujesky, “es una medida de control con buenos resultados ante brotes infecciosos”. Así mismo para los técnicos resulta de gran importancia “realizar una correcta cuarentena de los animales que se van a introducir al establecimiento”, como también “analizar el alimento utilizado en busca de mico toxinas y siempre usar tanto un alimento adecuado como una fuente de agua potable para cerdos”.
05/12/2017
Fuente: Infocampo