Mientras jueces y fiscales empiezan a recurrir cada vez más a la capacidad olfatoria canina en la búsqueda de personas perdidas, secuestros y otros delitos complejos, un nuevo método para identificar el olor humano permite aprovechar la capacidad olfativa de los perros especializados en esa tarea sobre las evidencias obtenidas en el lugar que se investiga.

Así se complementaría el trabajo con la técnica tradicional de rastreo por asociación de olores de los individuos a encontrar, como hizo Konna, el ovejero alemán de seis años y medio que siguió los pasos del turista perdido en el Cerro Tronador de Bariloche. El joven de 28 años estuvo perdido durante 10 días.

Con el nuevo método, en menos de 10 segundos, un perro entrenado puede reconocer si una persona estuvo o no en un lugar o si usó o no una prenda que se le atribuye, aunque la presencia o el contacto haya durado apenas minutos. “Es un cotejo de huellas de olor humano con perros que trabajan en un alto rango en hechos de gran complejidad”, dice Mario Rosillo, perito especializado en odorología forense.

El veterinario, que hizo más de 300 pericias desde 2003, aplica y sigue mejorando el entrenamiento de canes con este método, en el que el animal huele una prenda o una muestra de olor base (evidencia) y aprende a resguardarlo en la memoria de corto plazo. Enseguida, se le indica olfatear objetos o muestras del olor sospechado conservados en seis recipientes de vidrio, uno a 45 cm del otro.

La rueda de reconocimiento de olores dura menos de 10 segundos y si el perro detecta el olor de la evidencia, se sienta. La prueba se repite sin que el guía y el perro vean cómo se reordenaron los recipientes, que están numerados. Si el perro vuelve a señalar el mismo recipiente, la detección se da por válida.

“El perro hace uso de su memoria sensorial u odoroica”, aclara Rosillo. Los perros de rastros entrenados con el método tradicional, en cambio, necesitan ir retroalimentando el olor de referencia a medida que avanza la búsqueda. “Varía la memoria canina que se entrena, aunque siempre se aprovechan las mismas moléculas”, agrega sobre los vapores (compuestos orgánicos volátiles) que se desprenden de las células de la piel.

“Perdemos unas 667 células por segundo, alrededor de 40.000 por minuto. Así que nos valemos de lo mismo que las pruebas de ADN de contacto -afirma el especialista-. Para la identificación humana por ADN se necesitan 50 células epiteliales, mientras que en el rozamiento con la ropa o un objeto quedan 10 veces más. La disponibilidad de material útil para la identificación con el olfato canino es muy superior.”

Con alta sensibilidad
Los estudios publicados que cita Rosillo indican que un perro entrenado en odorología forense puede identificar un rastro con un 86% de precisión hasta 35 días después de que un cuerpo haya permanecido en el piso apenas dos minutos. O llega al 98% hasta 65 días después si la presencia duró 10 minutos. “Es decir que basta sólo con apoyar el cuerpo como para transferir el olor”, dice.

La sensibilidad y la especificidad del nuevo método llega al 100%, mientras que el valor predictivo, ya sea positivo como negativo, también es muy alto, de entre el 90 y el 100 por ciento.

Con esta información, Rosillo fue un paso más allá: replicó la transferencia del olor humano a objetos, como encendedores o anteojos de sol, pero sin que el usuario los hubiera tocado.

“La detección fue muy alta cuando el perro olía objetos, como un anteojo de sol, un botón, el celular o un encendedor. Si usábamos ropa, todo era aún más sencillo para el perro”, cuenta Rosillo, que es presidente honorífico de la Sociedad Italiana de Ciencias Cinófilas Forenses. Y continúa: “El perro usa su memoria sensorial u odoroica. Mientras huele, usa la memoria de corto plazo. En cambio, el perro entrenado para detectar narcóticos o explosivos usa la memoria de largo plazo. La memoria de corto plazo puede recibir 15 unidades de olor y el perro trabaja sobre seis, que son los frascos de vidrio con los olores sospechados.”

Para aplicar tanto este método, que aprovecha dos veces más la memoria olfatoria canina, como el tradicional, el especialista insiste en que lo más importante es el paso previo: verificar si la evidencia pertenece o no a la persona a buscar. Eso es lo que dará certeza sobre los objetos o los lugares de los que se podrán extraer las huellas de olor con las que podrán trabajar los perros.

Fuente: La Nación