El 10 de febrero pasado la ciudad de Santa Teresita, en la costa, fue noticia en gran parte del mundo gracias a un video difundido a través de las redes sociales. En la filmación se veía a un grupo de turistas que sacaba del mar a un delfín franciscano para tomarse una selfie. Luego se supo que el cetáceo, que pertenece a una especie en peligro de extinción, había muerto. Las repercusiones fueron inmediatas e incesantes. Medios de Brasil, Chile y hasta el popular Daily Mail de los Estados Unidos se hicieron eco de la noticia y condenaron el hecho. Otro tanto ocurría en Facebook y en Twitter.
Las ONG y los organismos que abogan por la defensa de los derechos de los animales no se sorprendieron por este tipo de hechos porque, según advierten, gran parte de la población aún no tiene conciencia sobre el cuidado del medio ambiente. Por eso, estas organizaciones se valen de las redes sociales como aliadas en la lucha contra el maltrato animal.
Así, con sólo recorrer los muros de Facebook y los timelines de Twitter se pueden ver mensajes que condenan la caza de ballenas o que denuncian las muertes de animales en los zoológicos por hacinamiento, calor u otros factores. “Éste es el panorama que tenemos delante de nuestros ojos, gracias en gran parte a lo que se viraliza en las redes sociales. Imaginémonos lo que sucede con los que no vemos ni se muestra”, razona Sergio Moragues, director de Relaciones Institucionales de El Campito Refugio. La organización busca crear conciencia sobre temas vinculados a las mascotas.
Moragues aclara que la ética social asociada a estos temas se crea gracias al trabajo que realizan las organizaciones de la sociedad civil. “Es cierto que mucha más gente se acerca a ayudar, gracias a la promoción que se hace a través de Facebook, Twitter y demás redes”, opina. Sin embargo, indica que hay ciertos sectores que también son indiferentes.
Movilización
El caso de Santa Teresita no es el único, hechos similares se suceden casi a diario. Hace pocos días, en Jujuy, un mozo de un restaurante céntrico le tiró una olla con agua hirviendo a un perro callejero que comía de una bolsa de basura en la vereda del local. Inmediatamente el video del hecho se viralizó y las críticas no tardaron en llegar. Decenas de personas y referentes de organizaciones por la defensa de los derechos de los animales se congregaron frente al lugar para repudiar el acto de maltrato y luego se movilizaron por las calles céntricas de Jujuy.
Los referentes de las organizaciones consideran que la necesidad de los usuarios de las redes de exponerse puede tener un impacto negativo sobre el medio ambiente. Carolina Martín, que es voluntaria en la ONG Proyecto 4 Patas, lo pone en estas palabras: “Consideramos que una parte de la sociedad no sólo ignora que los animales son seres vivos sintientes, sino que hoy la exposición en las redes sociales tiene un lugar tan prioritario en la vida que primero está la selfie y después cualquier valoración sobre el entorno y la situación en la que se toma la foto”. La joven lo ejemplifica con el caso de un grupo de personas que se saca fotos en un zoológico con un tigre, que visiblemente está bajo los efectos de un sedante. “Prefieren la selfie antes de considerar el maltrato y abuso al que está expuesto el animal”, concluye.
Un problema profundo
En junio de 2014, en la localidad de Tanti, Córdoba, un grupo de hombres emborrachó a un perro, al que después violaron. Luego subieron las fotos a sus cuentas de Facebook. El repudio fue inmediato, pero el daño ya estaba hecho.
La psicóloga Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), sostiene que detrás del maltrato animal se esconde una situación de violencia que, en algún momento, sufrió el agresor: “Si observamos a niños maltratando animales, muy probablemente sea consecuencia de un ambiente de violencia hogareño, del que pueden ser víctimas, y que este modelo lo trasladen a seres más débiles que ellos, como por ejemplo sus mascotas”.
De hecho, según explica, la Asociación Psiquiátrica Americana considera el maltrato animal como un elemento de diagnóstico para determinar desórdenes de conducta.
Para entender por qué generan tanta repercusión social los casos de maltrato animal la antropóloga Nathalie Puex apela al concepto de zoocentrismo. “Es el reconocimiento parcial o total de los animales como sujetos morales. Consiste en reconocer una empatía en la relación con ellos. El concepto es diferente al antropocentrismo, que se preocupaba principalmente por el ser humano y por la manera en que el mundo animal lo podía beneficiar.”
Puex, que es coordinadora académica de la maestría de Antropología y directora del Laboratorio de Antropología Aplicado de Flacso, explica que en la escala de entendimiento del ser humano con los animales, en la parte superior se ubican las mascotas. Detrás vienen las especies silvestres en peligro de extinción y, muy por debajo, los animales de laboratorio (por ejemplo, una rata).
Los zoológicos suelen ser también foco de las críticas de ambientalistas y defensores de los animales. Allí las muertes son frecuentes. Sobre todo, se cuestiona a estas instituciones las condiciones en las que están los animales. De los casos más resonantes, en diciembre de 2012, con una sensación térmica abrasante, murió en Buenos Aires el oso polar Winner. En enero pasado, una llama fue la víctima número 15 en sólo dos meses en el zoológico de Mendoza, en este caso por consumir un envoltorio plástico. Hace pocos días, un lobo marino también falleció en el de la ciudad luego de una tormenta.
En el plano internacional, también se producen casos que escandalizan a los usuarios de las redes sociales, como el de la joven texana Kendall Jones, de 19 años. Si bien, ella se autoproclama como una conservacionista, en su cuenta de Facebook aparecen decenas de fotos en las que se la ve con “trofeos de caza” (búfalos, cebras, leones e hipopótamos, entre otros).
Dónde se puede denunciar
– El maltrato animal es un delito penado por el Código Penal bajo la ley 14.346. Puede ser denunciado por cualquier persona ante la policía, un juzgado o una fiscalía. Desde la ONG Proyecto 4 Patas recomiendan dirigirse, directamente, a la fiscalía más cercana con todas las pruebas y exigir que tomen la denuncia.
– En la Capital se puede denunciar a los teléfonos 911 o 0800-333-47225, durante las 24 horas.
– También se puede avisar a las asociaciones que luchan por la defensa de los animales como El Campito Refugio (www.elcampitorefugio.org) y Proyecto 4 Patas (www.facebook.com/Proyecto4Patas).
Fuente: La Nación