El estrés no solamente afecta a las personas, también lo hace a los animales y, de estos, los gatos no son la excepción. Aunque se caracterizan por ser independientes y, a simple vista, podría parecer que no tienen preocupaciones, cualquier cambio puede afectar su estado de paz y tranquilidad.

El pasar de vivir en la calle a un departamento fue lo que generó en sacha su estrés. Daniela Castillo cuenta que ella la rescató y después fue su abuela quien decidió adoptarla. Luego de su rescate, la gata estaba llena de pulgas, por lo que la llevaron a un veterinario y en ese momento fue cuando empezó con los primeros síntomas.

Ante cualquier intento de agarrarla o cuando llegaba una visita a la casa, se orinaba en cualquier rincón o sobre la cama y corría a esconderse. Es por eso que decidieron llamar a un etólogo para averiguar las causas de su estado.

Santiago Prado, etólogo, explica que los gatos se pueden estresar fácilmente. El cambio de ubicación de un mueble, la llegada de una nueva mascota o miembro al hogar y, más aún, la mudanza, son factores que generan en la mascota intranquilidad.

Estos animales necesitan sentir que controlan todo lo que se encuentra a su alrededor para sentirse felices. Al frotar su cuerpo o su rostro en un sillón o mesa, por ejemplo, están marcándolo para establecerlo como un territorio seguro y de su propiedad.

Las marcas que dejan son perceptibles únicamente para ellos. Si por alguna razón, y sin darse cuenta, el propietario cambia de sitio los muebles en su hogar, las marcas ya no serán las mismas. Los gatos sentirán que su entorno ha sido alterado y empezarán a evidenciar molestias que pueden conllevar a un estrés crónico.

Los cambios en su comportamiento son lo primero que se debe observar, según la veterinaria Mónica Hinojosa. Ojos grandes, mirada fija y pupilas dilatadas pueden ser señales de que el gato necesita de su ayuda. La caída abundante de pelo y las orejas hacia atrás también delatan la ansiedad en el animal.

Es importante llevar a las mascotas al veterinario para determinar que se trata de un cuadro de estrés y no de otra enfermedad.

Además, según un estudio de la Universidad de Edimburgo, los gatos que se sienten incómodos con la presencia de otros felinos o tienen problemas de convivencia son los más propensos a desarrollar otras enfermedades.

Danièlle Gun-Moore, una de las autoras de este estudio, afirmó, tras los resultados, que el estrés puede ser la causa no evidente de otros padecimientos, ya que debilita el sistema inmunológico.

Una vez detectado el origen del problema, explica Hinojosa, la paciencia es la mejor aliada para una recuperación junto a la ayuda de sus propietarios. Eso es lo que ocurrió con sacha. Castillo cuenta que, ocho meses después de que inició el tratamiento, su comportamiento ha mejorado y los problemas son mínimos.

Fuente: El Comercio