A la hora de la adopción de los animales, hay un rubro en el que no se suele profundizar demasiado y que habitualmente queda olvidado: ¿qué pasa con esos animales adultos que siguen sin encontrar un techo?
En general, los futuros adoptantes tienden a buscar un cachorro al cual adiestrar desde sus primeros meses de vida. Sin embargo, y por más que muchos jamás se lo plantearon, la posibilidad de adoptar un animal adulto puede generar beneficios y producir un mejor equilibrio entre el placer de los momentos compartidos con la mascota y los sacrificios que se deben realizar para adaptarlos a una vida doméstica.
Además, en casos específicos, como la gente anciana, la compañía de una mascota adulta puede llegar a representar un antes y un después para su vida. La madurez también aparece en cuatro patas y puede dar una enseñanza a muchos que todavía se niegan a abrir esa puerta.
Si un futuro adoptante todavía mantiene la duda, se le ofrecen diez ventajas de recurrir a una mascota adulta para que lo acompañe en su vida
“Modales” aprendidos. A diferencia de las mascotas, muchos de los animales adultos ya vivieron junto a una familia y adoptaron ciertos principios básicos de comportamiento. Algunos recibieron ya un entrenamiento de conducta y, por ende, responderán a órdenes inmediatas de sus dueños. Con este tipo de animales, puede llevar apenas horas establecer las nuevas reglas de la casa.
Menos destructivos. La mayoría de las mascotas adultas ya superaron hace tiempo la fase de búsqueda y destrucción. Uno no se tiene que preocupar por ver el par de medias irreconocible o sufrir con las rajaduras en los bordes del sofá. Los animales adultos tienden a mantenerse relajados y a respetar el orden en el hogar.
Sin cambios en el tamaño. A la hora de la adopción, lo que uno ve es lo que hay. No queda lugar para la sorpresa de disfrutar de un cachorro pequeño hermoso y, con el pasar de los años, constatar que se convirtió en una bestia destructora del hogar. Una mascota adulta llega a la casa con su propia historia y hace que su futuro sea mucho más predecible.
Buena capacidad de aprendizaje. Los animales adultos tienden a tratar de complacer a sus dueños con mucha más frecuencia que los pequeños. Por eso, no representan demasiado rechazo para enfocarse en una tarea y actuar en consecuencia. Si tienen que adaptarse a algunas reglas establecidas de la casa, su aprendizaje será mucho más rápido y menos estresante que con una mascota.
Elección personalizada. La posibilidad de elegir un animal adulto permite hasta un profundo ahorro en los gastos de salud que el animal pueda acarrear. Esas mascotas ya tienen un historial médico claro y, si bien los cuidados necesarios de su “tercera edad” van a llegar antes de tiempo, nadie se sorprenderá por la aparición de algún tipo de enfermedad genética adquirida. Incluso hasta el valor estético juega su parte: si alguien quiere un gato con pelo corto o un perro sin problemas en la dentadura, lo puede conseguir.
Más localizables y mayor variedad. En el caso de que el futuro dueño desee alguna raza específica no tiene más que consultarlo a la veterinaria más cercana y, casi con seguridad, habrá algún ejemplar disponible. La tendencia de adopción de animales adultos es mucho más baja que la de los cachorros, por lo que existe un registro más estable y una mayor disponibilidad de ese tipo de mascotas.
Compañía para los ancianos. La presencia de un animal adulto puede ser fundamental para los últimos años de vida de un anciano. La presencia calma de un animal tapará el hueco de la soledad y le despertará el espíritu paternal a aquellos que ya se encuentran en la última fase de la vida. Además, su cuidado requiere mucho menor esfuerzo para aquellos que tienen una movilidad menos reducida.
Paz en el hogar. Ya no tienen el tanque de energía lleno durante las 24 horas. Además, el dueño no tiene que estar persiguiéndolos por la casa o limpiando sus necesidades. Se dispone de un tiempo mayor para poder jugar con los animales o simplemente para relajarse juntos.
Mayor afinidad. Los animales adultos desarrollan, en general, un comportamiento de respuesta a las acciones de sus dueños mucho más rápida que las mascotas. Es como si valoraran de manera más rápida el hecho de que uno les ofreció un hogar. Así, los niveles de atención y devoción se producen de manera más repentina y con un enorme entusiasmo.
El orgullo personal. Casi sin excepción, la gente que adopta a una mascota adulta tiene un grado especial de amor y dedicación, ya que su elección está enfocada en animales con serias dificultades para conseguir un techo. Realizar una buena causa como esa, simplemente es un estímulo para sentirse bien con uno mismo y ser consciente de que se le está cambiando la vida a un animal que ya sufrió demasiado.
Fuente: infobae