Cuando comenzó la cuarentena por el coronavirus en todo el mundo, muchas familias decidieron que era un buen momento para adoptar cachorros. Ahora que las restricciones de circulación se flexibilizaron, cientos de ellas decidieron abandonar el compromiso que asumieron cuando recibieron a las nuevas mascotas en el hogar.

Según dan cuenta medios británicos, en ese país miles de perros de entre seis y doce meses de edad -algunos de ellos comprados por hasta 4 mil dólares- aparecieron en refugios luego de ser abandonados o se exhiben como productos en venta en distintas plataformas de e-Commerce. Esta repudiable actitud tiene que ver con el regreso de muchos trabajadores a sus puestos y el abandono del home office.

“Tuve a este cachorro por poco menos de dos semanas, lo amo”, explicó a la prensa uno de los arrepentidos de adoptar durante la pandemia. “Pensé que tendría tiempo para cuidarlo adecuadamente”, agregó. El hombre, oriundo de Lincoln, Inglaterra, ahora puso en venta a un pastor belga de seis meses por 1300 dólares en un sitio web. El vendedor explicó que, debido al Covid-19, sus trabajos se volvieron “mucho más demandantes”, razón por la cual se volvió más dificultoso cuidar de su perro de forma apropiada. “Me gustaría que fuera a una casa donde lo cuiden bien y puedan sacarlo a caminar con regularidad”, añadió.

Otro usuario arrepentido decidió vender un cachorro Beagle de 20 semanas que compró por casi 3500 dólares. Ahora, que cambiaron sus horarios de trabajo, ofrece a la mascota por unos 2000 dólares. “Compré este cachorro para mí y ahora me encuentro con diferentes horarios de trabajo”, apuntó el individuo, que se consideró “absolutamente destrozado” por tener que venderlo.

Adam Clowes, el director de operaciones de Dogs Trust -una asociación de defensa de los animales-, contó que las entidades que trabajan para rescatar a perros que viven en la calle se anticiparon a esta tendencia. “Nos preocupaba que muchas familias que se encontraban en casa con tiempo libre durante el encierro tomaran decisiones impulsivas”, manifestó Clowes.

“Ahora, solo unos meses después, abandonan a sus nuevos perros después de darse cuenta del compromiso que asumieron, de haber tenido dificultades económicas a causa de la pandemia o porque volvieron al trabajo y ya no tienen tiempo para ellos”. Decepcionado por la ingratitud de las familias adoptantes, Clowes agregó: “Toda esa emoción inicial de encierro: ‘¡Nunca más tendremos que volver a la oficina, vamos a buscar un perro!’. Ahora estamos viendo las consecuencias”, explicó.

Fuente: La Nación