En una jornada organizada el INTA San Francisco se propuso un modelo de engorde basado en la rotación entre parcelas para mejorar la performance de los bovinos, mejorando también las condiciones del suelo y reduciendo la contaminación ambiental.
Este modelo de invernada estima un número máximo de entre 500 y 1.000 animales con una carga máxima de 100 cabezas por hectárea.
En un escenario global propicio para la ganadería argentina, el INTA Concepción del Uruguay -Entre Ríos- desarrolló un modelo de engorde intensivo que, basado en la rotación entre parcelas, favorece el bienestar animal y asegura ganancias de peso similares a las de un feedlot convencional.
Conocida como “feedlot ecológico”, esta tecnología fue validada durante ocho años de manera experimental y se encuentra aplicada en campos comerciales de la zona núcleo.
El médico veterinario Sebastián Vittone, de la EEA Concepción del Uruguay disertó sobre “Feedlot Ecológico”, una alternativa de engorde de bajo impacto ambiental. Más de 40 personas asistieron al INTA San Francisco y expresaron interés en la temática, especialmente para adoptar la técnica a escala comercial para el engorde de terneros machos, provenientes de la producción de leche.
“Feedlot Ecológico” Rotativo Integrado Agrícola-Ganadero
Fue en el INTA Concepción del Uruguay donde se desarrolló un sistema de invernada terminal intensiva de bajo impacto ambiental conocido por el nombre de “feedlot ecológico”. La condición es asignar un mínimo de 100m2/cabeza y rotar los animales en parcelas. De esta manera se reduce la formación de barro, la acumulación de deyecciones en superficies reducidas, se minimizan los olores desagradables y no se contamina el agua de la napa freática o de cauces de agua superficial (trabajo premiado por la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria; Premio Fundación Pérez Companc 2007).
Este modelo permite alcanzar resultados de eficiencia animal similares a los de un feedlot industrial (ganancia diaria de peso por encima del kilo; eficiencia de conversión 6:1) con gastos mínimos de infraestructura y baja carga operativa. Mantiene las reglas de sistema intensivo de producción de carne, pero preservando el bienestar animal y el ambiente.
Se hizo una evaluación en condiciones experimentales y en establecimientos agrícolas del grupo CBI (Cría Bovina Intensiva) ubicados en Santa Fe y Córdoba. En las diferentes situaciones agroecológicas donde el modelo fue ensayado, el nivel fósforo (P) incorporado al suelo a través de las heces en un ciclo de engorde de 100 días fue compatible con las necesidades de un cultivo agrícola de alto potencial de rendimiento (>20 ppm/ha).
La palabra de Sebastián Vittone
“Si bien esta nominación fue aceptada para facilitar la adopción, no se trata de la producción de carne ecológica certificada sino de un modelo que contribuye al bienestar animal y al bajo impacto ambiental a partir de estrategias como la asignación de mayor superficie por animal y la rotación de parcelas, entre otras”, explicó al diario La Voz de San Justo el técnico e investigador del Inta Concepción del Uruguay, Sebastián Vittore. La jornada “Agricultura+ganadería: una fórmula para agregar valor” fue organizada por el INTA UEE San Francisco, en el marco de la 85ª Exposición Agropecuaria, Industrial y Comercial “San Francisco Expone”.
Consultado sobre la investigación que llevaron adelante desde Inta, el técnico explicó que comenzamos a trabajar sobre las problemáticas que generan en la zona central del país la ganadería intensiva, donde se concentra el 60% de los feedlots.
“Vemos que el sistema- tomado como modelo americano- no se comporta en nuestra zona de la misma manera que en la región estadounidense donde se practica por excelencia, teniendo en cuenta que nosotros contamos con suelos profundos o pesados con régimenes de precipitaciones de 1.000 a 1.200 milímetros anuales que se traduce en una situación de barro para estos animales”.
“A partir de esta problemática, empezamos a trabajar en cómo salir de esta situación de barro, teniendo en cuenta que la mayoría de los pequeños y medianos ganaderos no están en condiciones de afrontar grandes inversiones en materia de infraestructura.”, continuó Vittone.
Para estas condiciones de clima y suelo, deberíamos darle a los animales mayor superficie por animal. Vimos que para Entre Ríos son 80 metros cuadrados por animal, siendo que en algunos lugares de Santa Fe o de Entre Ríos con menor pendiente podemos usar hasta 300 metros cuadrados. Eso nos garantiza no tener barro en los momentos que llueve.
En cuanto al encierre, sugirió rotar a los animales semanalmente en divisiones de cuatro parcelas para facilitar el manejo de efluentes. “Esas condiciones permiten que el animal vuelva a las parcelas con los excrementos secos, atenúan la liberación de olores desagradables y favorecen la distribución del estiércol, debido a que los bovinos se instalan en diferentes lugares del área de encierre”.
Este modelo de invernada estima un número máximo de entre 500 y 1.000 animales por unidad productiva con una carga máxima de 100 cabezas por hectárea -equivalente a 80 m2 por bovino en parcelas de 40 individuos-. “La superficie es de 5 a 10 veces mayor de la que puede llegar a tener un feedlot convencional”, comparó Vittone.
Mejora la performance animal
No obstante aclaró que “la ración y el tipo de alimento es el mismo que se proporciona en un feedlot convencional, de hecho la ganancia de peso que logra también es la misma aunque los animales logran mejor perfomance”.
En cuanto a los beneficios que registraron con este sistema “ecológico”, Vittone dijo que “utilizando más superficie, sin tener barro y compartiendo la misma ración de alimento, notamos que los animales comienzan a tener otra perfomance en los momentos de lluvia”.
En este sentido, aseguró que “el barro genera un costo muy alto a nivel productivo ya que demanda de un 40% más en gasto de comida (alrededor de 4-5 kilos por cabeza). Si eso se multiplica por los días de barro de ese período que alcanzan 80-100 y por la cantidad de animales, es mucho el dinero que pierde el ganadero”.
Fertilización natural
Por otro lado, el técnico e investigador del Inta comentó que “seguimos experimentando como se comportaba el suelo luego de hacer esta actividad donde los animales bosteaban en diferentes parcelas.
“Si uno deja bosteando el animal en una superficie fija, en 10 años se va a encontrar con que acumula 1.000 partes por millón de fósforo en los primeros 10 centímetros del suelo, siendo que por encima de 50, ya empieza a ser contaminante para el ambiente”.
“Si bien no es un modelo de fertilización es una buena manera de hacer uso positivo del residuo evitando la contaminación e incorporarlo como un fertilizante orgánico”, aseguró.
Luego destacó que “este modelo intenta mitigar el impacto ambiental, mejora el bienestar del animal y propone una mejora en los alimentos, ya que el barro es potencialmente un contaminante de la carne porque queda pegado en el cuero y puede pasar al corte final, con el riesgo que eso implica”.
La escala es algo que seguimos pensando, no intenta reemplazar un feedlot industrial pero hemos visto que funciona con 600 y hasta con 1.000 animales en nuestra región”.
06/11/2017
Fuente: Todoagro