Albatrox pasó de vivir solo, en la calle, a ser un perro condecorado por el Ilustre Colegio de Veterinarios de Zaragoza, España. Es el primer can entrenado para detectar venenos, en los parques de la región, para evitar que otros perros los coman, y recibió más de un galardón en 2016. La virtud que lo hace perfecto para este trabajo es, según su entrenador, Alfonso Martínez, la razón por la que posiblemente fue abandonado: su inquietud y nerviosismo.

Este border collie fue encontrado en 2014 por el personal del Centro Municipal de Protección Animal de Zaragoza. “Lo encontramos en la vía pública cuando tenía tres años y lo rescatamos”, cuenta Martínez al medio español Verne. “Lo abandonaron porque es muy activo; imagino que su antiguo dueño no tuvo paciencia con él”.

Ese nerviosismo era, sin embargo, justo lo que ellos necesitaban: el centro estaba buscando un perro al que adiestrar en la localización de venenos. Estas trampas, en las que camuflan elementos químicos como raticidas con comida para que los perros las ingieran, han provocado la muerte de multitud de animales en la ciudad. “Para nosotros, Albatrox era perfecto”, cuenta Martínez. “Al ser tan activo era propicio para entrenarlo, hicimos pruebas con varios perros y era el que mejor respondía a todas”.

El adiestramiento es un trabajo largo, de unos seis meses de duración, que consiste en intentar convertir el rastreo de venenos en un juego para el perro. “Tiene que aprender a tumbarse cuando detecta algo, sin llegar a tocarlo ni siquiera con el hocico”, cuenta Martínez.

Así que el trabajo de Albatrox -o Alba, como lo llama cariñosamente Martínez- es, para el animal, un juego: “Sabe cuándo vamos a salir, porque le pongo un arnés especial, y se pone contentísimo”, cuenta Martínez. Adiestrador y perro hacen salidas a diario por dos o tres zonas verdes de la ciudad. Cuando no encuentran nada, Martínez pone un cebo falso para que el can lo encuentre. “Tiene que estar motivado, así que si no encontramos nada escondemos algo nosotros para que no se frustre”, explica.

Más peligros, más compañeros

Albatrox es un héroe local y Martínez afirma sentirse orgulloso de cada uno de sus logros y premios recibidos. Sin embargo, reconoce que su labor es muy difícil, excepto cuando hay avisos de objetos sospechosos: “En Zaragoza hay más de 200 zonas verdes”, lamenta.

Además, los venenos no son el único peligro: una de las denuncias más comunes, según Martínez, es la de objetos punzantes escondidos en comida. Y Albatrox solo detecta elementos químicos. “Ahora voy a preparar un curso de adiestramiento para detección de objetos metálicos”, cuenta el entrenador. “Cuando lo termine, buscaremos un nuevo compañero para Albatrox”. Habrá entonces dos canes en los parques zaragozanos jugando a salvar a otros perros.

Fuente: La Nación