En general no es recomendable que el perro duerma junto a los propietarios, pero como en biología no siempre la suma de dos más dos resulta cuatro, también en este caso hay individuos que no manifestarán cambios en su conducta si lo hacen y otros en los que queda claro que es una decisión errada. Cada sujeto es un mundo diferente que debe explorarse detenidamente y, en función de su temperamento y posibilidades, enseñarle lo deseado, siempre respetando los códigos y rituales caninos propios para evitar problemas de comportamiento.

El perro pertenece a una especie gregaria y cada miembro del grupo ocupa una posición definida por su jerarquía, los dominantes comen primero y duermen en lugares estratégicos alejados de los subordinados que ocupan espacios relegados.

Cuando convive con el hombre integra la “manada-familia”, pero se rige por los mismos códigos y reglas de un grupo formado por perros. En consecuencia, si el sujeto tiene temperamento dominante el dormir junto a su dueño le da un mensaje que leerá diferente al que se le quiere transmitir, entenderá que tiene posibilidades de ser el líder del grupo mientras la persona piensa que es un gesto de cariño hacia él compartir su cama. Así, en ocasiones, este mensaje confuso lleva a agresividad del perro hacia las personas con quienes convive.

El cachorro desconoce lo necesario para sobrevivir y no aprende sin ayuda de su propietario, quien debe brindarle tiempo, paciencia y dedicación para transformarlo en un adulto con comportamiento equilibrado.

Es positivo asignarle un lugar para comer, dormir, y retirarse si desea alejarse del grupo o refugiarse cuando se lo reprende; y también desalentar el apego excesivo a un miembro de la familia que lo llevará a sentirse mal cuando la persona se ausente.

El comportamiento del perro depende de los genes, el ambiente, y lo que aprende día a día. La socialización, habituación a distintos estímulos y el mensaje claro, coherente y sin malos tratos evitarán conductas indeseables en él.

Por Silvia I. N. Vai, MV

 

Fuente: El perriodico