Lo afirman investigadores del Instituto Pirbright y del centro de Investigación Bioveterinaria de la universidad Wageningen. Además descubrieron que las vacas podían introducirlo en un lugar incluso antes de que presentaran signos clínicos.
Unos investigadores del Instituto Pirbright y del centro de Investigación Bioveterinaria de la universidad Wageningen descubrieron que el virus de la aftosa puede permanecer hasta dos semanas luego de haber retirado los animales contagiados del lugar.
Los autores de la investigación indican que además del contagio directo, el patógeno también puede estar presente en las secreciones y excreciones del ganado infectado durante aproximadamente cinco días y puede sobrevivir en superficies durante períodos prolongados.
A partir de este descubrimiento, surge la búsqueda de nuevas estrategias que deberían conducir a métodos más eficaces de contención de los brotes, según indican los investigadores.
En este sentido, señalan que los animales que se desplazan a zonas contaminadas pueden infectarse incluso después de que el animal originalmente infectado haya sido retirado.
“Cuantificar cómo podría afectar esto a la transmisión es esencial para aplicar las medidas de bioseguridad adecuadas”, explican desde la Universidad.
Para el desarrollo del experimento, introdujeron vacas no infectadas en un entorno que vacas infectadas habían ocupado anteriormente y obtuvieron que siete de cada diez animales no infectados desarrollaron signos clínicos de la enfermedad como resultado de la contaminación ambiental.
Entre otras cosas, el estudio muestra también la relación entre los niveles de virus en el medio ambiente y la probabilidad de que los animales se infecten.
Esto permite a los evaluadores y administradores de riesgos conocer cuándo y cómo deben aplicarse los procedimientos de desinfección a fin de reducir el riesgo de transmisión en un entorno contaminado.
CONTAMINACIÓN PRE-SINTOMÁTICA
Según los resultados de la investigación, se confirmó que las vacas podían introducir al agente infeccioso incluso antes de que presentaran signos clínicos, y podrían infectar a los animales que estaban expuestos a la zona contaminada.
Esta evidencia pone de manifiesto la existencia de un riesgo de transmisión ambiental incluso antes de que la detección clínica de la enfermedad.
En este sentido, todos los espacios y lugares ocupados por los animales tanto antes como después del desarrollo de los signos clínicos deben descontaminarse para evitar la propagación de la enfermedad.
“Nuestro estudio ilustra la importancia de las restricciones al movimiento de los animales durante los brotes y de la desinfección rigurosa de las áreas donde se han alojado los animales infectados. Nuestros resultados también respaldan la actual Directiva de la UE, que exige 21 días entre la desinfección de un espacio contaminado por la fiebre aftosa y la repoblación con especies susceptibles. Esto, además de otras medidas de control como las restricciones de movimiento y la vacunación, podría ayudar a prevenir la propagación de la fiebre aftosa en los rebaños”, resaltó la autora principal del estudio, Claire Colenutt.
Los resultados sugieren la detección de la enfermedad mediante muestreos de los lugares infectados. Esta información podría utilizarse para medir la eficacia de los procedimientos de descontaminación.
“La comprensión de la transmisión ambiental es crucial para informar sobre los procedimientos de control eficaces, no sólo para la fiebre aftosa, sino para otras enfermedades en las que la transmisión ambiental forma parte de su propagación, como la tuberculosis bovina, la gripe aviar y los norovirus. También pone de relieve la necesidad de considerar el papel que desempeñan todas las posibles vías de transmisión de patógenos nuevos y emergentes, como el Covid-19”, señalan desde el Instituto Pirbright.
09/09/2020
Fuente: Infocampo