Los datos los aporta la Federación Cinológica Argentina (FCA), entidad fundada en 1963 “para contrarretar el elitismo del Canning Club Argentino, donde ingresaban pocas personas”, cuenta a Télam, Néstor Frascino, director de la entidad.
En la sede porteña de la Federación, la cuidada decoración recuerda que allí los protagonistas son los perros, presentes en cuadros, estatuillas y en la tarea silenciosa de quienes tiene a su cargo garantizar la inscripción de los animales.
Frascino es abogado y rememora sus inicios, en la década del ’60, de su pasión canina: “Comenzamos rescatando perros de la calle con mi esposa, hasta que nos regalaron un cocker inglés dorado y comenzamos a criar”.
Su historia es la de tantas personas que en Argentina se dedican a criar, sobre todo, bulldog francés e inglés, ovejero alemán, schnauzer miniatura, beagle, chihuahua, caniche toy, dogo argentino, golden retriever, shar pei, yorkshire terrier y dogo de burdeos.
El listado se basa en las estadísticas de la FCA que muestra “una tendencia, en los últimos 10 años, a tener razas más chicas, tal vez porque mucha gente no tiene lugar y quiere tener un perro que lo acompañe. No olvidemos que los argentinos somos una sociedad que ama los perros”, analiza el profesional.
El nombre de la organización que tiene la función de mantener el registro genealógico de todas las razas, es esencial para encuadrar su acción.
“La palabra cinología viene del griego ‘cino’, que quiere decir perro, ‘logía’ es conocimiento y ‘filia’ significa amor”, explica Frascino.
Él considera que los criadores locales “son natos. En otros países es un hobby de elites, de clases medias altas, de gente que sólo quiere ganar dinero o exposiciones”.
Insiste en que Argentina se distingue “porque nos gusta criar animales. Es hermoso ganar en exposiciones, porque es una tarea que implica esfuerzo, sacrificio con sinsabores y satisfacciones. Además,es costoso porque hay que invertir en veterinario, medicación, alimentación, cuidados. Pero vale la pena”.
Según los registros de la FCA hay exposiciones caninas todos los fines de semana en algún lugar el país.
Este impulso generó que Buenos Aires sea sede, el mes próximo, de la exposición de la Sociedad de Intercambio de la Canofilia Latinoamericana (SICALAM), entidad cuya presidencia tiene Argentina.
“Este encuentro es técnico, de intercambio de conocimientos entre países, pero esta vez vamos a rodear la pista del concurso con actividades para toda la familia, con varias exhibiciones, concursos para chicos, charlas de educación responsable de tenencia de mascotas y habrá espacio para refugios de perros”, relata Frascino.
La FCA apoya al refugio canino San Francisco de Asís y ahora está acompañando a la ONG Proyecto Galgo Argentina, que rescata animales de esta raza, que son utilizados para carreras y muchas veces abandonados.
Precisamente, la Federación lanzará este año un curso sobre tenencia responsable de perros, que se suma al que todos los años dictan sobre cineología general “que esta vez se dará online para que participen las provincias”, adelanta el presidente de la entidad.
Otra de las opciones de capacitación que ofrece la FCA es aprender ‘agility’, una modalidad de deporte canino “que implica una conjunción entre el animal y el hombre, ya que se lo entrena para superar distintos obstáculos”, detalla el especialista.
Pero las opciones no se agotan acá, ya que existe una amplia opción de cursos de la Federación que nuclea a 56 clubes, tanto zonales, regionales como de raza.
Frascino analiza que, partir de las crisis socio-económica del 2001 “mucha gente que se quedó sin trabajo, y criaba como hobby, lo tomo como fuente de ingreso. Es bueno porque aumenta la actividad y es malo porque cuando una raza se pone de moda, hay gente que en vez de criar para mejorar, cría sólo para vender. Son fabricantes de raza en vez de criadores”.
Otro dato interesante es que la única raza autóctona, el dogo argentino, es “sumamente exitoso en el exterior. En una exposición internacional se puede encontrar entre 300 0 400 de ellos”, dice el hombre que ha viajado y viaja en busca de novedades.
Como la mayoría de los especialistas caninos, defiende al dogo argentino ante su fama de animal agresivo: “No hay razas malas”, dice enfático.
El abogado tiene muchas anécdotas que develan su pasión por su tarea cinófila, y no olvida alentar “a la sociedad a registrar sus mascotas para que puedan estar a su nombre, puedan conocer la genética de éstos y estar atentos a posibles inconvenientes a futuro”.
Fuente: Télam