¿Tenés una nueva mascota? ¿Adoptaste un cachorro? Es clave que lo eduques en cuestiones fundamentales para mejorar su conducta y direccionar su comportamiento. Que haga sus necesidades en lugares inadecuados, que la ansiedad lo lleve a romper objetos o que se comporte mal con los extraños son problemas que se pueden prevenir.
Hernán Sánchez Correa es presidente de Subcomisión Nacional de Deportes Acuáticos, adiestrador habilitado, e integrante del equipo de entrenamiento de la muestra Nuestros Perros que se presentará en el mes de abril en La Rural. Hablamos con él y nos respondió algunas inquietudes.
-¿Cuál es la mejor edad para entrenar a un perro?
-Generalmente se dice que a partir de los cuatro meses es la mejor edad para entrenarlos, ya que están en un periodo cognitivo ideal; pero quienes nos movemos en el mundo del adiestramiento podemos asegurar que desde que el perro se une a la familia humana (se estima que es a partir de los 60 días de vida) ya hay que comenzar con los primeros estímulos relacionados a las conducta y la obediencia.
Los perros reciben una primer impronta de parte de su madre desde que nacen, cuando los vemos jugar con los cachorros o “pelear” en realidad están aprendiendo a cazar, a imponer jerarquía, etc. El segundo “imprinting” lo reciben cuando llegan a nuestras casas, donde les enseñamos su lugar de comida, de descanso, los sitios a donde no debe acceder y sus horarios adaptados a la rutina de la familia.
Luego de completar el plan vacunatorio y el alta veterinaria para salir a la calle, es un buen momento para comenzar el desafío de ir enseñándoles trucos y crear un vinculo, primero mediante el juego y luego con órdenes más precisas según lo que cada persona busque. En el caso de las razas especificas, para cada actividad se les arma un plan de entrenamiento adecuado que será reforzado durante toda su vida.
-Es frecuente el problema de hagan sus necesidades en lugares incorrectos de la casa, ¿cómo corregir esa conducta?
-Es una consulta muy habitual. Empecemos por saber que los perros son rutinarios, utilizan un ritual que repiten siempre. En este sentido los perros son como los bebés: comen y a los pocos minutos defecan. Por tal motivo, una vez que el animal come, esperamos unos pocos minutos y le ponemos la correa y lo sacamos a la calle. Él irá oliendo los postes, caminando por el pasto, la vereda, esquivando obstáculos, y no tardará en encontrar un lugar ideal para hacer sus necesidades.
Debemos juntar lo que hizo responsablemente y depositarlo en la basura con una bolsita. Cuando le vuelva a tocar comer repetimos exactamente lo mismo que antes, es decir, comenzamos a crearle una rutina, el ritual de siempre. No olvidemos salir para el mismo lado, hacer el mismo recorrido y esperar que haga sus necesidades. El perro va a ir fijando horarios y lugares y sabrá esperar porque sabe que llegará su momento y su lugar.
Con los cachorros que todavía no pueden salir a la vía pública por la falta de vacunación hacemos lo mismo. Si bien no los podemos sacar, podemos hacer que coma y rápidamente llevarlo, por ejemplo, a un patio donde deseamos que defeque. Cuando lo hace lo entramos, entonces así sabrá cuál es su lugar, dónde, cómo y el lugar donde puede hacer sus necesidades. A los pocos días él comerá y saldrá solo.
-¿Cómo enseñarles a que no salten en exceso a las visitas y a que no rompan cosas en la casa?
-Es un problema muy común, cada caso debe ser evaluado por un adiestrador y él sabrá si corresponde a un problema de conducta por jerarquía o por ansiedad. Generalmente las conductas destructivas -o de hiperactividad- como es saltarles a las personas, romper cosas o no parar de correr se deben a la acumulación de ansiedad por falta de actividad.
Recuerden que los perros necesitan su momento de juego y de paseo, si nosotros los dejamos por períodos largos dentro de nuestra casa, es inevitable que lleguemos y nos quieran demostrar, mediante saltos, que quieren gastar esa energía acumulada. Si les creamos una rutina de juego y paseo diario por unos minutos, ellos sabrán que su momento llegará y no destruirán nada ni se los notará nerviosos al llegar.
En los casos específicos de abordar a los visitantes cuando abrimos la puerta se pueden utilizar algunos trucos.
* No se los debe atar en el fondo cuando llega gente y toca el timbre, porque le generará todavía más ansiedad y relacionará el sonido del timbre con el castigo. Eso puede generar conductas no deseadas que pueden ser incluso agresivas.
* Vamos con ellos hasta la puerta. El perro con su correa, y corregimos cualquier gesto o movimiento indeseado. Lo hacemos partícipe del encuentro.
* Los perros quieren saber quién entra, olerlo para reconocerlo y ser parte de eso, si se lo negamos le creamos más ansiedad.
Para controlar las conductas destructivas y ansiosas, un tip que suele dar resultado es el famoso “sifón de soda”. Con mucho cuidado de no dañarle los ojos y menos intentar “ahogarlo”. El proceso es el siguiente: la persona que está fuera lleva el sifón en la mano, toca el timbre y cuando el dueño abre la puerta y el perro intenta saltarle, este activa un pequeño chorro sobre el perro, esto lo sorprenderá y retrocederá. Ayudará a que el perro asocie que después del timbre y la apertura de la puerta, si él se lanza, no recibirá una muy buena bienvenida y verá más conveniente esperar a una distancia fuera del alcance de ese desagradable chorro.
-Para enseñarle un truco o comportamiento que nos gusta, ¿sirve el sistema de premios y castigos?
-Un perro obedece determinada orden o realiza un truco a través de un estímulo. Es decir, el perro hará lo que se le pida a cambio de algo, que es el premio (o refuerzo). Por lo general, las primeras veces se lo entrena con premio de alimento, que es algo muy positivo; después se lo va intercalando con otros premios como son los juegos y las caricias (premio afectivo). Es decir, a los premios alimentos o premios juegos, se los va intercalando con caricias, para que no se acostumbren a responder solamente a un premio de alimento. Cabe aclarar que los refuerzos se dividen en positivos y en negativos.
Por ejemplo, en el caso de los perros que buscan drogas o billetes, los policías con los que trabajan llevan un manguito. El perro cuando detecta algo, se sienta hasta que se acerca el policía; este le da un juguete como premio. Entonces, el perro relaciona que cuando encuentra cierta sustancia o cumple determinado objetivo, van a tener un premio.
Es importantísimo que en todo entrenamiento, siempre que nuestro perro cumpla con un objetivo, o con la orden que se le dio, se lo premie con alimento, un juego o una caricia. Así, el estímulo quedará fijado.
Con respecto a las caricias, este representa a otro tipo de entrenamiento, que es más específico: el cognitivo-emocional. Este tipo de entrenamiento apunta al aprendizaje a través de las emociones, cuyo premio tiene que ver más con lo afectivo.
Para educarte mejor
# Nuestra habitación es el territorio del líder de la manada. Si dejás que tu perro duerma en tu cama, después no pretendas que no haga pis y caca donde se le antoje o se suba a tu sillón de terciopelo.
# Su recipiente de comida es sagrado y debemos respetarlo. Nunca te acerques a él cuando está comiendo, en ese momento y en ese lugar no existen las jerarquías y podés llevarte una merecida mordida; no será por tener mal carácter, será por la lógica de defender lo suyo, así como te cuida a vos cuando te defiende de terceros.
# No le des nunca tu comida, no es un acto de amor o igualdad, le estás haciendo daño a su organismo. Si lo querés de verdad dale sólo su alimento. Va a vivir más y mejor.
# No lo trates ni le hables como a un humano. No lo es, no le gusta y no le sirve. Le gusta ser perro, que lo trates como tal. Necesita amor responsable y no nuestros vicios.
# Llevalo periódicamente al veterinario y nunca lo mediques por tu cuenta.
# Jugá mucho con él, hacelo gastar energía, creá un vínculo, compartí actividades y disfrutalo. Recordá que lo único malo que tienen los perros es que viven poco.
Fuente: Clarín