La decisión de adoptar una mascota debe estar guiada por el deseo, es necesario que sea planificada y consensuada entre toda la familia. A la hora de elegir el nuevo habitante que se integra a tu núcleo familiar es fundamental que te preguntes cuáles son los motivos que te llevan a tomar esa decisión: ¿búsqueda de compañía?, ¿necesidad de dar o recibir cuidado?, ¿entretenimiento para los niños? En fin, las motivaciones pueden ser muy variadas pero es importante que te las plantees.
La construcción de un buen vínculo
La relación entre perros y humanos es resultado de un proceso interactivo milenario, durante el cual los perros -antiguos lobos- adquirieron habilidades comunicativas que favorecieron su relación con los humanos. Se trata de una expresión de apego tal como la que existe entre los niños y sus cuidadores inmediatos (madre, padre o cualquier figura relevante), que está sostenida en un sistema biológico bidireccional, retroalimentado entre las partes. Dicho más fácilmente: los humanos, y muchos otros animales, están genéticamente preparados para comunicarse entre sí no solo con la palabra sino también a partir de ciertas conductas corporales, ciertos gestos, la mirada y todos los sentidos.
Que se establezca una adecuada relación de apego entre dos personas, o una persona y un animal, significa que uno ha producido modificaciones biológicas (químicas) en el cuerpo del otro y viceversa. Una conexión química, de apego, que conduce a buscar y mantener contacto físico y conexión emocional con figuras selectas a quienes se les confía protección física y psicológica.
El “efecto mascota”
Esta influencia positiva en la salud de las personas se denomina “efecto mascota” y se observa en distintos planos como el fisiológico y el psicosocial. Es terapéutico tener mascotas. Según múltiples investigaciones, contribuye a la sociabilización, aumenta el índice de supervivencia luego de ataques cardíacos, disminuye los niveles de presión arterial, reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés) y triglicéridos, aumenta la percepción de capacidad y autoeficacia, entre otras virtudes.
Por otro lado, los niños que crecen en hogares con perros maduran más rápido y mejor. ¿Por qué?
* Los perros son expertos en la lectura de los comportamientos sociales y comunicativos de los humanos (aún más que especies más emparentadas genéticamente, como los primates). Una “evolución convergente” habilitó líneas de comunicación entre ambos.
* La relación entre los perros y los niños facilita la adquisición de habilidades en ambos.
* Las crías de animales y humanos comparten un esquema infantil que naturalmente hace que afloren impulsos o instintos maternales.
* Algunas razas de perros tienen un carácter más dócil y juguetón, ideal para tratar con chicos.
* El ser humano adora de manera innata todo lo que tenga apariencia de cría.
Por otra parte, los perros son beneficiosos también para las personas con discapacidad y también, cabe mencionar, para los ancianos. El perro es el animal más frecuentemente utilizado para la zooterapia (abordaje de distintas problemáticas con la asistencia de animales).
Como ya hemos explicado, una relación de apego adecuada entre un perro y una persona genera cambios químicos en ésta última. Entre ellos se destacan el aumento de la liberación de oxitocina, aumento en la secreción de endorfinas –sustancias que generan estados emocionales placenteros y que disminuyen la sensación de dolor-, disminución de la secreción de cortisol y catecolaminas (sustancias relacionadas con el estrés). Ha sido demostrado que la oxitocina tiene efecto sobre la sintomatología ligada a la ansiedad social, así como también incrementa la percepción de las señales sociales.
De tal palo, tal astilla
Es cierto que el carácter del perro se parece al de su amo. Gran parte del comportamiento de una mascota es generado por su entorno. Los animales aprenden por asociación y los hábitos de sus dueños se transforman en propios.
Como más arriba explicamos, en la conexión entre el perro y su amo desempeña un importante rol la hormona oxitocina. El principal estímulo para la liberación de oxitocina en una relación perro-amo es la mirada recíproca. Está demostrado que, de todas las interacciones, el sostenimiento de la mirada del perro es el principal factor que contribuye a los lazos sociales ya que tiene un efecto particularmente intenso en el sistema neuroendócrino del dueño. Los perros aprenden a diferenciar a los humanos y a responder de distinta manera a las personas, lo cual es fundamental en la formación del vínculo social entre humanos y perros.
Transmisión de enfermedades
Muchos creen que los perros pueden contagiar muchas enfermedades, pero esto es falso. Si tomás las precauciones adecuadas, no existe ningún peligro para la salud de tu familia. Aún así es necesario adoptar una serie de medidas básicas:
• Asignarle un espacio exclusivo para hacer sus necesidades fisiológicas y no permitir que sus excretas entren en contacto directo con los habitantes del hogar.
• Su cucha no debe ser tu cama. El espacio donde descansa debe ser higienizado todos los días.
• Después de jugar con él debés lavarte siempre las manos.
• Mantener su vacunación y desparasitación actualizadas.
• Hacer un control veterinario por lo menos dos veces al año.
• Sacarlo a pasear frecuentemente (de ser posible todos los días).
• No tenerlo atado dentro del hogar (la limitación de su movilidad aumenta su agresividad).
Otra creencia común es que si tenés alergia no podés convivir con un perro. Si bien es cierto que muchos médicos recomiendan que si hay algún integrante de la familia que padece alergia se evite tener perros, esta es una recomendación relativa. Generalmente la alergia es a muchas cosas y entre ellas está el pelaje de los perros. Solo tenés que tener presente algunas consideraciones:
• Si tenés opción, elegí un perro de pelaje corto y cepillalo todos los días -que esta función no la realice la persona alérgica-.
• Higienizá todos los días tu hogar, aspirando (preferentemente sin barrer) el pelaje que se le cae. Tratá de hacer la limpieza profunda cuando la persona alérgica no se encuentra en la casa.
• Tratá de que el encargado de limpiar las mantas o los colchones del perro no sea la persona alérgica.
• Evitá que el perro entre a la habitación de la persona alérgica.
• Si podés, instalá un purificador de aire.
• Enseñále al perro que no suba a la cama ni al sofá.
Integrar a un perro a la familia o tener chicos cuando ya tenemos un perro puede ser una gran experiencia. Es importante para que eso ocurra conocer qué nos motiva y los cuidados que debemos tener para poder construir un buen vínculo entre todos.
Fuente: Clarín