La historia de Brandy es la de muchos galgos de nuestro país. Perros leales, nobles y fieles que son utilizados con fines inescrupulosos para luego ser desterrados sin mayores miramientos.

Con apenas dos años, Brandy fue encontrada en un basural de la ciudad bonaerense de Mercedes por un grupo de voluntarias que solían recorrer la zona, sabiendo que lamentablemente muchos perros eran descartados allí. En el lugar encontraron dos galgos, uno ya adulto, flaco y lastimado, de edad avanzada, y también a esta galguita que parecía haber parido recientemente, con sus mamas hinchadas y deambulaba entre la basura en busca de comida. Los cachorros no aparecieron, pero Brandy fue prontamente llevada a una casa de tránsito, mientras las proteccionistas le buscaban un hogar definitivo.

Un caso sospechoso
Lo que llamó atención de la primera familia que la transitó fue la excesiva energía que demostraba Brandy; los galgos son por lo general animales sumamente tranquilos, sumisos y temerosos, que no precisan más que un sillón donde echarse a descansar. Pocas semanas después fue trasladada al hogar de Carla, en Luján, quien a su vez tiene otros 12 perros, algunos en tránsito y otros propios, todos rescatados de la calle. El caso de Brandy era atípico y precisaba de cuidados especiales.

“Consultamos con un par de veterinarios por el carácter extraño de Brandy, y lo que nos contó no nos sorprendió, pero sin embargo no dejó de impactarnos: la pobre perrita estaba sufriendo síndrome de abstinencia, como consecuencia de un sinfín de drogas que los galgueros les inyectan para que rindan mejor en las carreras”, relata Carla con pesar pero con gran conocimiento de causa. Cocaína, estricnina, arsénico, mezcla de estimulantes y anabólicos son sólo algunos de los fármacos utilizados para potenciar la performance de los corredores.

Carla, quien lleva años estudiando su problemática y es una ferviente luchadora en pos de lograr la prohibición de las carreras, no ahorra detalles al relatar la pasmosa realidad de los galgos. “Para empezar, en cada celo, las hembras tiene crías, muchas veces de manera forzada. Además, les despiertan el instinto de presa con animales vivos”, explica. Y agrega: “Son comunes las pruebas de drogas, de nuevas combinaciones. Y luego de tres o cuatro años, cuando consideran que ya cumplieron con la edad `útil´, los perros son descartados de la peor manera”.

De fierro
Y es que la forma de deshacerse de aquellos animales que les sirvieron para ganar dinero a costas del sacrificio ajeno, comprende una serie de crueles símbolos, como cortarles la cola o las orejas, para luego dejarlos abandonados o, en muchos casos, colgarlos vivos para que mueran sádicamente de manera lenta y sufriente.

El porqué de semejante crueldad no tiene justificación, aunque desde las diferentes entidades que se ocupan de rescatar galgos abandonados, como Proyecto Galgo o Che Galgo, intentan encontrar algún tipo de coherencia. Carla dice que se trata de costumbres típicas de zonas rurales, donde los animales solo sirven para cumplir una tarea redituable, y una vez que este papel ya no puede llevarse a cabo, tiene lugar el descarte.

Brandy pudo recuperarse gracias a la inmensa paciencia, una dieta estricta y cuidados extremos. Esta hermosa galguita logró escapar de una muerte trágica, para luego transitar otro infierno, el de la recuperación del maltrato, las drogas y el abandono.

Hoy, es feliz en su hogar definitivo, donde comparte espacio con otros perros y gatos, pero donde la miman y cuidan con muchísimo amor.

 

Fuente: La Nación