La babesiosis bovina es una enfermedad del ganado bovino transmitida por las garrapatas y causada por parásitos protozoarios como Babesia bovis, B. bigemina y B. divergens. Rhipicephalus (Boophilus) microplus, el vector principal de B. bovis y B. bigemina, se encuentra ampliamente distribuido en países tropicales y subtropicales. El vector más importante de B. divergens es Ixodes ricinus. Otros vectores importantes que pueden transmitir estos agentes patógenos son Haemaphysalis y otras especies del género Rhipicephalus sp.

Identificación del agente: En el caso de los animales vivos, se deben preparar gotas finas o gruesas de sangre capilar extraída, por ejemplo, del extremo de la cola. Se pueden poner de manifiesto parásitos en animales muertos, mediante el examen microscópico de frotis de sangre periférica, encéfalo, riñón, músculo cardiaco, bazo o hígado, siempre que no se encuentren en avanzado estado de descomposición. Los frotis se fijan con metanol, se tiñen con Giemsa al 10% durante 15–30 minutos, y se examinan a ×800–1000 con aceite de inmersión. Existen pruebas sensibles de la reacción en cadena de la polimerasa con las que se pueden detectar y diferenciar especies de Babesia en el ganado bovino.

Pruebas serológicas: El enzimoinmunoanálisis (ELISA) y el ELISA de competición (C-ELISA) con proteínas de merozoíto de B. bovis y B. bigemina recombinantes ha sustituido la inmunofluorescencia indirecta (IFAT) para la detección de anticuerpos contra Babesia sp., debido la eficiencia del procesado y la objetividad en la interpretación de los resultados. La IFAT se ha utilizado mucho en el pasado, pero las reacciones serológicas cruzadas hacen difícil el diagnóstico a nivel de especie en B. bigemina. También se han desarrollado pruebas inmunocromatográficas
(ICT) con proteínas de merozoíto de B. bovis y B. bigemina recombinantes y se utilizan en estudios epidemiológicos de estas infecciones. La prueba de fijación del complemento (CF) se ha utilizado en algunos países pero ya no se recomienda.

Requisitos para las vacunas: En varios países se preparan vacunas con cepas vivas o atenuadas de B. bovis, B. bigemina o B. divergens a partir de la sangre de animales donantes infectados o bien de cultivos in-vitro. Las vacunas se presentan en forma congelada o refrigerada. Las vacunas congeladas tienen la ventaja de que permiten un control exhaustivo post-producción de cada lote, pero tienen un periodo de validez post-descongelación muy corto en comparación con la vacuna refrigerada. El riesgo de contaminación de esta vacuna derivada de la sangre hace que sea esencial un minucioso control de la calidad, aunque su coste puede ser prohibitivo. Aunque los métodos de producción in-vitro ofrecen obvias ventajas en cuanto a bienestar animal, también pueden producirse vacunas utilizando sistemas de producción in-vivo siguiendo rigurosamente las directrices de bienestar animal. Tanto si se utilizan sistemas in-vivo como sistemas in-vitro, es fundamental ceñirse a los protocolos de producción para garantizar una uniformidad de la vacuna y para evitar posibles cambios en la virulencia, la inmunogenicidad y la
consecuente capacidad de protección asociada a pases continuos de Babesia spp. tanto en cultivo celular como en terneros esplenectomizados. En el caso de las vacunas vivas contra Babesia, es prudente, por motivos de seguridad, limitar su uso a terneros de menos de un año de edad, puesto que es estos animales todavía tengan inmunidad inespecífica. Los animales que se vacunen a edades posteriores deben mantenerse bajo vigilancia y tratarse con fármacos que maten el parásito en caso de que aparezcan acontecimientos adversos. La inmunidad protectora aparece en 3–4 semanas. Una dosis única de vacuna suele proporcionar inmunidad de por vida.

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Fuente: OIE