Informe técnico OIE.

 

La agalaxia contagiosa es una enfermedad grave de las ovejas y las cabras que se caracteriza por mamitis, artritis, queratoconjuntivitis y, en ocasiones, aborto. En las ovejas y cabras la causa principal de la enfermedad es Mycoplasma agalactiae, pero M. capricolum subespecie capricolum (Mcc), M. mycoides subespecie capri (Mmc) (anteriormente denominada M. mycoides subespecie. mycoides LC [LC = colonias grandes]) y M. putrefaciens producen una enfermedad clínicamente similar, más frecuente en las cabras, que puede acompañarse de neumonía. Se han detectado anticuerpos contra Mmc y Mcc en camélidos sudamericanos (alpacas, llamas y vicuñas) pero no se
han aislado micoplasmas.

Identificación del agente: El diagnóstico definitivo requiere el aislamiento de los micoplasmas causantes a partir de los animales afectados, que se identifican mediante pruebas bioquímicas, serológicas y, cada vez más, moleculares, del tipo de la reacción en cadena de la polimerasa. Las muestras más adecuadas son la leche, los frotis conjuntivales y de oído, y los líquidos articulares. Los cuatro micoplasmas crecen relativamente bien en la mayor parte de los medios para micoplasmas, aunque M. agalactiae muestra una preferencia por ácidos orgánicos tales como el ácido pirúvico y los sustratos.

Pruebas serológicas: La detección de anticuerpos en el suero mediante la prueba de fijación de complemento o el enzimoinmunoensayo (ELISA) proporciona un diagnóstico rápido de la enfermedad, pero pueden resultar poco sensibles en rebaños con una infección crónica. Para examinar a los rebaños se han utilizado con frecuencia pruebas ELISA indirectas en programas de control de M. agalactiae. Para confirmar la infección en áreas consideradas libres de agalaxia contagiosa, generalmente resulta necesario el aislamiento y la identificación. Las pruebas serológicas para M. putrefaciens no están muy extendidas.

Requisitos para las vacunas y el material de diagnóstico: En Europa meridional se utilizan con frecuencia vacunas comerciales inactivadas con formalina contra M. agalactiae, pero no se consideran muy eficaces. En condiciones experimentales, las vacunas contra M. agalactiae inactivadas con saponina o con fenol resultan más protectoras que las inactivadas con formalina. En Turquía se utilizan vacunas vivas contra M. agalactiae, y se ha descrito que confieren más protección que las vacunas inactivadas. Está disponible una vacuna que contiene M. agalactiae, Mmc y Mcc. En algunos países se emplean vacunas autógenas contra Mmc y, en ocasiones, contra Mcc. No existen vacunas contra M. putrefaciens debido a que la enfermedad que causa no se considera suficientemente grave o extendida.

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